Gastronomía

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La gastronomía es cultura, tradición y costumbres locales. Y podríamos decir que Sineu es un claro exponente de la gastronomía mallorquina, que ofrece propuestas muy variadas y diferentes en cada estación del año. Sin embargo, si tuviéramos que destacar tres ítems, deberíamos hablar de los caracoles, del frito y de las garrovetes del papa.

Así, por San Marcos, patrón de la localidad, se comen los típicos caracoles. Se trata de una tradición importante que se basa en los dichos y la tradición popular; se afirma que comer este molusco el día de San Marcos evita ser tocado (tener enfermedades cardiovasculares). Esta proteína es hervida con hierbas aromáticas como el hinojo, el toronjil y la mejorana y posteriormente se complementa con un sabroso sofrito basado en la carne de cerdo y varios vegetales.

Hay muchas familias que complementan la ingesta de los caracoles con un primer plato de sopas de pan, ingrediente que se escalda con el sabroso caldo resultante de la mezcla del sofrito con el líquido de los caracoles hervidos. A todo hogar familiar, y aunque en algunos restaurantes, los caracoles son complementados con el tradicional alioli de patata.

Uno de los rituales de la Semana Santa comerse el frito de la asadura del cordero; hay quien ve en ello una tradición de origen judía, ligada a la obligación religiosa judaica de comerse el cordero. Este frito que, además de hinojo, habas, cebolleta y guisantes, lleva pulmón, bazo, corazón, riñones, mollejas, hígado e intestinos, junto con la sangre -aliñada y frita o cocida al horno-. Si bien puede producir rechazo por sus ingredientes, se trata de una receta que tiene mucho renombre en Sineu, ya que aquí los ingredientes se cortan muy pequeños. Esta receta es un reclamo en los bares y bodegas los días de mercado y la noche del Viernes Santo cuando, después de la procesión mucha gente se desplaza a Sineu para disfrutar de su ingesta.

También se puede destacar que hasta no hace muchos años también había una importante repostería conventual: los congrets, las rosquillas, los huevos espirituales y los conejitos de las monjas de clausura.

Y si seguimos hablando en clave dulce, hay que hablar de las garrovetes del papa. Se trata de unas pastas pequeñas y secas que, por su forma curvada, se parecen al fruto del algarrobo. Son de color amarillo y destacan por su ligereza, ya que por dentro están vacías. Ciertamente su origen no es local, pero forman parte de nuestra idiosincrasia gastronómica, como mínimo con un recorrido de más de cien años y con una vigencia y actualidad visibles.

Actualmente se pueden adquirir en el horno que hay en la Plaza. Si viene a disfrutar de nuestro municipio advertirá que las calles de la villa cuentan con numerosos y variados locales de restauración, donde poder disfrutar desde la cocina más típica y tradicional de cada temporada, hasta nuevas propuestas basadas en la fusión y la modernidad.

No deje de venir, ¡tenemos una gastronomía de primera!